domingo, 7 de septiembre de 2008

La red no sostiene más que eso




Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.
Las ciudades invisibles de Italo Calvino es uno de los libros que más amo. La sensualidad y la magia de sus palabras todavía me atrapa. Pero lo que lo hace un amigo fiel es que siempre encuentro en él la metáfora precisa, la escena buscada, la imagen necesaria. Como ahora, por ejemplo, que debo construir mi morada digital en las cumbres de la Web 2.0, Calvino me regala el nombre del sitio en el que elijo vivir por algún tiempo.
La obra presenta los relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, melancólico emperador de los tártaros que ha comprendido que su ilimitado poder poco cuenta en un mundo que marcha hacia la ruina; el viajero imaginario le habla de ciudades imposibles, una ciudad microscópica que va ensanchándose y termina formada por muchas ciudades concéntricas en expansión, una ciudad telaraña suspendida sobre un abismo o una ciudad bidimensional como Moriana.
Imagino el ciberespacio como un vasto universo compuesto de millones de ciudades invisibles, con habitantes que aparecen y desaparecen, con perspectivas engañosas, con calles que giran sobre sí mismas como un ovillo. Ciudades construidas con el mismo material de que están hechos los sueños. Mi blog será, entonces, una de estas ciudades invisibles. Fue fundada bajo la nieve, me pertenece y desde hoy está abierta al paso de los viajeros.

— Las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
— O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la Esfinge.
Mi ciudad invita al trueque. En esta gran plaza coloco mis memorias, mis signos, mis deseos y me siento a esperar a otros viajeros deseosos de intercambiar otras memorias, otros signos, otros deseos. Hoy pongo en el centro de la plaza del mercado el relato de Ottavia, una ciudad sutil, mi primer objeto de intercambio.

Si queréis creerme, bien. Ahora diré cómo es Ottavia, ciudad-telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas con cuerdas y cadenas y pasarelas. Se camina sobre dos travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o uno se aferra a las mallas de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé mas abajo el fondo del despeñadero. Esta es la base de la ciudad: una red que sirve de pasaje y de sostén. Todo lo demás, en vez de elevarse encima, cuelga hacia abajo; escalas de cuerda, hamacas, casas hechas en forma de saco, percheros, terrazas como navecillas, odres de agua, picos de gas, asadores, cestos suspendidos de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas, macetas con plantas de follaje colgante. Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Ottavia es menos incierta que en otras ciudades. Saben que la red no sostiene más que eso.
No les parece, mis queridos viajeros, que Ottavia es una maravillosa metáfora de la web 2.o?

Las ciudades invisibles de Italo Calvino. http://ciudadesdelamemoria.org/pdf/las-ciudades-invisibles.pdf
Las imágenes pertenecen a M. C. Escher.

4 comentarios:

vale dijo...

Hola Nora,
nada, sólo saludos y cariños.
Tienen esta forma hoy: me gustó el blog, la sensación al ingresar y -sobre todo- recorrer este segundo post.
Creo que ya de entrada la discreción o sobriedad del blog me sentó bien.
Recuerdo ese librito de Calvino, había uno de los relatos que me gustaba en particular, pero no me pude acordar cuál era. Me bajé el pdf, voy a releerlo a ver si encuentro aquel particular o -quién sabe- otros nuevos.
Y, por último, algo en el tono de la escritura, en el ritmo, no sé bien, es muy grato. Uno -lector- al ratito de ingresar al blog, siente que se ha considerado un espacio para uno, se acomoda ancho en la silla, y se sinte invitado a leer.

vale.

Ah!, y Escher!, "Mano con esfera reflejante"

Daniel Krichman Hernandez dijo...

Gracias Nora por este post. Gracias Valeria por el detalle de observar el tono, el ritmo, el clima. La carnadura del blog es la escritura. Y ya Nora ha mostrado dobradamente que tiene con qué hacer estas cosas. Parafraseando a Calvino en tu relato: El blog sostiene ni más ni menos que eso.
Abrazo

norag dijo...

Muchas gracias, Vale y Daniel, por estos comentarios. Junto a Diana y Gabriela son los primeros viajeros del espacio que visitan esta plaza. Y todo lo que comentan sirve mucho para mejorarla y hacerla más habitable. Una de los piropos más lindos que leí, es el de Vale cuando dice que "al ratito de ingresar al blog, siente que se ha considerado un espacio para uno, se acomoda ancho en la silla, y se siente invitado a leer." Hermoso...ese clima es justamente lo que busco generar (por ahora más con palabras que con otros recursos que iré aprendiendo poco a poco). Que el visitante se relaje y se disponga a intercambiar saberes y deseos...qué lujo tenerlos a ustedes paseando por acá, dejando sus huellas. Nora

Dilaca dijo...

Una delicia tu texto.
Leo, releo, me encanta.
Una prosa elegante,amistosa. Sí: Valeria tiene razón. Uno viene aquí y da ganas de seguir quedándose.
Cariños.